Un movimiento minúsculo provoca con frecuencia un cataclismo.
Veamos:
Una luz.
Y ahora:
Un alud.
Bien mirado, causa espanto advertir en cuantas luces fatuas pudimos habernos sepultado.
viernes, julio 07, 2006 by Javier Úbeda Fernández
Posted in | 0 Comments
0 comentarios:
Publicar un comentario